Las Mujeres
en la Cultura 2012

 

Actividades Día internacional de la Mujer 2012 en la Filmoteca Española

HOMENAJES. Mujeres de cine en el recuerdo


 

Recuerdo de Elizabeth Taylor 

Del 14 al 30 de marzo de 2012 

Liz Taylor, nacida en Londres, hija de un marchante de arte y una actriz de segunda, supo pronto huir de los encasillamientos y del oscuro futuro que suele esperar a las niñas prodigio de Hollywood. Se puede decir que la etapa adolescente y blandita de Liz muere con Un lugar en el sol, la implacable obra de George Steven en el que la niña muestra una considerable capacidad para volver loco a Montgomery Clift.

Pero los cuatro años dorados de Liz son sin duda del 57 al 60, cuando engarza cuatro interpretaciones inolvidables, con las que ya podría pasar a la historia del cine: El árbol de la vida, La gata sobre el tejado de cinc caliente, probablemente su película más redonda, De repente el último verano, soportándole el duelo interpretativo ni más ni menos que a Katherine Hepburn, y Una mujer marcada, tal vez la más efectista, pero por la que definitivamente consiguió su primer Oscar. Estas cuatro películas definen el estilo marca de la casa: mujeres desgarradas, con personalidad arrolladora, tremendamente atractivas, con un fuerte magnetismo erótico, capaces de enfrentarse con el mundo, y de vivir una ardiente pasión, pero también de arrastrarse a los pies de su amado o hacer las maletas para siempre por un pequeño malentendido.

Liz era la personificación de la mujer de carácter, pero también atormentada y arrasada vitalmente por los altibajos de su vida personal. Su relación con Richard Burton fue la que mejor ejemplificó esa montaña rusa de ascensión y descenso a los infiernos en la que se convirtió su vida. Tal vez por eso uno de sus mayores éxitos, y su segundo Oscar, lo consiguió por representar en ¿Quién teme a Virginia Wolf?, junto a Richard Burton, un personaje atormentado y conflictivo que todo el mundo creyó calcado al de su vida real.

Una vez que lo hizo todo en el cine, hasta ser la primera actriz que cobró un millón de dólares, en la Cleopatra de Manckiewick, Liz no se cortó en subirse a las tablas del West End londinense o de Broadway para demostrar que era una actriz todo-terreno, o en hacer apariciones estelares en series televisivas interpretando a la eterna guest star, rodeada de laca, filtros de cámara y joyas refulgentes. A partir de los años 70 volvió poco al cine con escaso éxito: su última aparición (¡en Los Picapiedra!) es perfectamente olvidable.

Su personalidad hizo siempre que Liz Taylor estuviera muy por encima de su físico. Sus interpretaciones todavía siguen emocionando porque rezuman una verdad, una pasión y una belleza que ha sobrevivido al paso del tiempo y a su propia leyenda.

José A. Gómez Municio

Filmoteca Española. Cine Doré 

 



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